Las tormentas solares golpean el campo magnético terrestre, sacuden el planeta y provocan la caída abrupta de la electricidad, la televisión, el internet y las redes de telefonía durante varios días.
Las tormentas geomagnéticas afectan también a la navegación y la aeronáutica. Esos campos magnéticos pueden perturbar a cualquier material conductor, ya sea una línea de alta tensión, un tubo grande para transportar petróleo o una central eléctrica. En la Estación Espacial Internacional, cuando hay eventos intensos, tienen protocolos de protección, de entrar en salones especiales para minimizar la radiación.
Las llamaradas solares, conocidas como tormentas solares, producen una radiación que se propaga desde el Sol hacia el espacio y golpea el campo magnético terrestre, que reacciona provocando una tormenta geomagnética o geotormenta, que son eyecciones poderosas de energía.
Estamos en el ciclo solar número 25. EL Dr. Pablo Moya y otros físicos chilenos muestran los resultados de un estudio sobre una serie de tormentas geomagnéticas ocurridas entre 1957 y 2019. El estudio trata de identificar la probabilidad de ocurrencia y de repetición de estos eventos y saber si serán moderados, intensos o severos. Su ocurrencia depende de la fuerza del ciclo solar (de aproximadamente 11 años de duración) y de las diferentes fases de este. Los resultados sugieren que el ciclo solar 25, que acaba de comenzar y que terminaría en 2034, aproximadamente, debería ser más fuerte que el ciclo actual.
Una tormenta grande dura aproximadamente una semana desde que comienza hasta que termina. Podríamos tener problemas de comunicación durante varios días. Este impacto en la vida cotidiana fue una de las motivaciones de Paula Reyes, que afirma: “Está relacionado con fenómenos que ocurren en los alrededores de nuestro planeta, cuya fuente proviene del Sol, y que impactan directamente a nuestro diario vivir, principalmente por nuestra dependencia al uso de tecnologías”.
En el espacio exterior, también hay daños para los satélites, afectan a la exploración espacial y la tecnología del espacio. La investigadora quiere tener una estimación de la obsolescencia de los satélites, e implementar mejoras en sus materiales de fabricación, ya que tormentas severas pueden producir sobrecargas en nuestros sistemas eléctricos, satélites desorbitados y daños irreversibles.
A principios del 2022, SpaceX lanzó una flota de satélites a la alta atmósfera y una eyección de masa coronal del Sol que ocurrió días antes, al alcanzar la Tierra, desencadenó una tormenta geomagnética que produjo cambios en la atmósfera y causó una pérdida de alrededor del 80% de los satélites de la flota.
El último gran evento se registró el 2003 en el hemisferio Norte y provocó un apagón de internet de varios días. Hoy, veinte años después, cuando toda la sociedad depende de la conexión al internet, la electricidad y las comunicaciones, podría ser catastrófico.
En 1989 se registró una tormenta geomagnética, “el evento de Halloween”, tan grande, que produjo apagones por la explosión de transformadores, centrales eléctricas y líneas de transmisión debido a los efectos electromagnéticos en la superficie terrestre.
El primer evento registrado fue hace unos 150 años y se conoce como “evento de Carrington”. La historia dice que se podía leer el diario de noche solamente con la luz de la aurora (boreal) y todas las líneas de telégrafo se echaron a perder, los operarios veían que saltaban chispas de las líneas del telégrafo, así que las desconectaron de la corriente, pero la corriente inducida por la aurora las hacían funcionar igual y podían igual comunicarse solamente por la inducción del campo magnético de la aurora.
“Si eso pasara hoy día, sería mucho más complicado porque fallaría internet, fallarían los satélites, fallarían las comunicaciones, fallan los GPS… Se apagaría internet y habría múltiples fallas en centrales eléctricas que en 1859 no existían.”
Un evento como ese no ha sucedido más hasta el día de hoy. Entonces, surge la cuestión: ¿qué probabilidad hay de que esto ocurra mañana? El trabajo del equipo de Pablo Moya tenía que ver con hacer una relación estadística para predecir la probabilidad de que haya un evento extremo en el futuro.
Paula Reyes plantea: “no podemos olvidar que estamos frente a fenómenos naturales y que, a pesar de los fallos que se producirían, tendríamos la oportunidad de presenciar un espectáculo fascinante en nuestros cielos, ya que las auroras (boreales) podrían observarse en latitudes mucho más alejadas de los polos”.
Una Agencia Espacial de las Naciones Unidas se preocupa del asunto y financia gran parte de las investigaciones en temas de plasmas en el espacio para entender la física del Sol, el espacio y la Tierra. Este trabajo tiene como propósito tener capacidad predictiva, de la misma forma que la meteorología. Ya existe un monitoreo constante de la actividad del Sol de las agencias espaciales desde telescopios y satélites.
Dr, Pablo Moya, y Paula Reyes, Departamento de Física de la Facultad de Ciencias, Universidad de Chile, revista científica Space Weather
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