Osiris de la Atlántida

El recuerdo de la Atlántida se encuentra en las leyendas del jardín de Edén de la Biblia, del jardín de las Hespérides de los griegos, del Asgard de los escandinavos, del Tir nan Og de los celtas y en todas las leyendas de una tierra misteriosa y maravillosa, en la que moraban Dioses y mortales semejantes a Dioses. La historia del Diluvio, con diversas versiones en las tradiciones de casi todas las razas antiguas y modernas, es simplemente el recuerdo de la catástrofe que hizo desaparecer la Atlántida.

De la misma manera, la huida de algunos de los atlantes por un estrecho puente de tierra que unía la Atlántida con lo que es actualmente Bretaña se conserva en las leyendas del peligroso Puente del Arco Iris, con su filo de navaja, que los escandinavos creían ser el único camino que conducía a Asgard, la morada de los Dioses; en la famosa "Calzada del Infierno" de los libros religiosos de la Edad Media; en las leyendas similares de los Hindúes, Mayas y Turanios.

Los Dioses y las Diosas de los antiguos griegos, los fenicios, hindúes y escandinavos son simplemente los Reyes, Reinas y Héroes de la Atlántida, y los hechos que se les atribuyen en la mitología son un confuso recuerdo de sucesos históricos reales.

 

 

Según las creencias egipcias, y como recoge Maneton, los dioses gobernaron en el Antiguo Egipto antes que los faraones y enseñaron a los hombres la civilización.

Osiris, hijo de Geb (según la teología de los sacerdotes de Heliópolis), fue un rey de la Atlántida, fundador de la nación egipcia, que enseñó a los hombres la civilización, las leyes, la agricultura y la religión. Es el responsable de juzgar a los difuntos en la región de Duat, donde 42 dioses-jueces lo acompañan para dictaminar lo que le corresponderá al alma del difunto.

Osiris muere como hombre, pero resucita como inmortal gracias al dios Toth.

En las leyendas de Osiris, Toth cuidaba de Isis y del joven Horus, y medió en las luchas entre Horus y Seth.

El dios Toth tiene su correspondencia con la imagen de una divinidad de Chichen-Itzá (Yucatán), al otro lado del Atlántico; por su parte, el dios Horus era llamado "el Gran Atlante" en el antiguo Egipto.

El dios egipcio Toth era el dios de la sabiduría y el patrón de los escribas. Era el señor del día del juicio final. En la sala del juicio, Toth registra el resultado del peso del corazón de los muertos ante Maat.

El dios Toth compuso los cinco días que añadió al año egipcio de 360 días para que nacieran los hijos de Ra: Osiris, Isis, Horus, Seth, Neftis.

Por su poder sobre las palabras y el tiempo, Toth era también asociado a la magia y a la medicina.

Sus animales sagrados son el ibis y el mandril. En Hermópolis, el mayor centro de culto de Toth, se han encontrado muchos ibis y mandriles momificados.

También Toth guardaba y escribía el conocimiento de los dioses, recogido en unos 42 escritos sagrados.

Las características de Toth se asociaron al Hermes de Grecia, y parece que fueron los cristianos, como Clemente de Alejandría, que conocían los 42 textos egipcios sacerdotales, los que empezaron a hablar de Hermes Trismegisto. Se le atribuyeron otros escritos filosóficos, Asclepios, Poimandres, Corpus Hermeticum, así como los Arcanos Mayores y Menores del Tarot. La obra "Hermética" llegó a Europa occidental en el siglo XV y se interpretó que era anterior a Grecia y al cristianismo y que preparaba el camino a Cristo. Resultó aceptado como texto cristiano de carácter místico, y se conjugó con ideas neoplatónicas y cabalísticas.



En el pavimento de la catedral de Siena (Italia), se representa a Hermes Trismegisto así:


En uno de estos textos, Hermes-Toth pronostica:

"Mientras tanto, ya que conviene a los sabios conocer por anticipado todas las cosas futuras, hay una que es necesario que sepáis. Tiempo vendrá en que parecerá que los egipcios han venerado en vano sus dioses, con culto asiduo en la piedad de su corazón: toda su santa adoración se revelará ineficaz, será privada de su fruto. Los dioses, abandonando la tierra, retornarán al cielo, abandonarán Egipto; este país que fue en otro tiempo la sede de santas liturgias, viudo ahora de sus dioses, ya no gozará más de su presencia. Los extranjeros llenarán el país, esta tierra, y no sólo dejará de tenerse en cuenta el culto sino que, peor aún, se obligará mediante pretendidas leyes, bajo pena de castigos prescritos, a abstenerse de toda práctica religiosa, de todo acto de piedad o culto hacia los dioses. Entonces, esta tierra santísima, patria de los santuarios y de los templos, se verá enteramente cubierta de sepulcros y de muertos. Oh, Egipto, Egipto, no quedarán de tus cultos sino fábulas, y tus hijos, más tarde, ni tan siquiera las creerán; nada sobrevivirá fuera de las palabras grabadas en las piedras que narran tus piadosas hazañas..."